El consenso de que los holders a largo plazo respaldan una reversión de precio de Solana se enfrenta a fuertes matices, con un segmento que muestra escepticismo técnico y de adopción, mientras que capital institucional y acumuladores estratégicos aprovechan las correcciones. Este artículo examina ambos lados y qué significa para producto, riesgo y cumplimiento, abordando señales de mercado y lecturas on‑chain frente a flujos hacia vehículos regulados.
Varios indicadores técnicos explican por qué una parte de los holders a largo plazo duda de una recuperación sostenida. El token ha chocado repetidamente con resistencias clave en torno a $168.79 y $200; uno de esos rechazos precedió una caída del 22% en seis días, y otra reacción reciente provocó un retroceso del 5% cerca de $195, reforzando la idea de que los compradores no han recuperado el control.
El foco está en la reversión de precio de Solana, evaluando resistencias, impulso y métricas de actividad, a la vez que se observan flujos hacia ETFs, opciones y compras en dips por parte de grandes posiciones.
El Average Directional Index (ADX) y barras rojas continuas en el Awesome Oscillator apuntan a un fortalecimiento de la tendencia bajista, lo que sugiere que los rebotes se agotan antes de invalidar la estructura de presión vendedora.
A nivel de flujo de capital y adopción, los datos en cadena marcan señales de alarma. Nuevas direcciones de wallet en la red han caído un 15% desde mediados de septiembre, y el Chaikin Money Flow (CMF) registró valores negativos como −0,06, indicando salidas netas de capital a pesar de repuntes puntuales de precio. El Total Value Locked (TVL) en DeFi también ha retrocedido, y las direcciones activas muestran descensos sostenidos desde finales de mayo, reforzando la prudencia. Analistas técnicos advierten que la presión de venta no está agotada y que una confirmación alcista requeriría cierres por encima de $216–$222.
Solana: señales técnicas y métricas on‑chain que alimentan el escepticismo
Frente a ese escepticismo, existe una corriente sólida de acumulación institucional. Los ETFs vinculados a Solana han recibido flujos significativos desde su lanzamiento; en conjunto, fondos como BSOL y GSOL han captado $351 millones, con entradas diarias que han llegado a rondar $8 millones. Además, la incorporación de opciones para estos ETFs en la bolsa de Nueva York proporciona herramientas de cobertura y una vía para el descubrimiento de precio por parte de inversores institucionales.
En cadena, no todos los holders a largo plazo están vendiendo: grandes posiciones han aumentado en dips, especialmente alrededor de niveles de soporte próximos a $185, lo que sugiere compras selectivas por actores que buscan exposición a mediano‑largo plazo. Este comportamiento contrasta con ventas de retail y alimenta la tesis de quienes valoran las características técnicas de la red, como la eficiencia operativa y costes de transacción reducidos.
Investigación institucional añade contexto a la narrativa de acumulación: entidades de análisis han resaltado una economía on‑chain cada vez más diversificada que, según esos estudios, puede sustentar valor a largo plazo mediante actividad y generación de fees incluso en fases de mercado adversas.
Conclusión: El mercado de holders a largo plazo en Solana no es monolítico; coexisten escepticismo técnico y señales de acumulación institucional. Para equipos de producto y compliance, la vigilancia de métricas de liquidez, actividad y los flujos hacia vehículos regulados (ETFs y derivados) será decisiva.
