Los productos de inversión en criptomonedas registraron salidas por $952 millones esta semana, con Ethereum llevándose una parte desproporcionada en relación con Bitcoin. La contracción refleja una mezcla de presiones macroeconómicas, regulatorias y de estructura de producto que afectaron de manera desproporcionada a los vehículos vinculados a ETH y a la demanda a nivel de red.
Los participantes del mercado se reposicionaron en medio de un movimiento de aversión al riesgo impulsado por la incertidumbre sobre la política de la Federal Reserve y el aumento de los rendimientos de los bonos, lo que favoreció activos de menor beta y asignaciones defensivas en efectivo. La valoración de Ethereum, basada en su utilidad, lo hizo más sensible a ese desriesgamiento que a Bitcoin, que conservó mayor atractivo como reserva de valor.
La ambigüedad regulatoria amplificó el cambio. Los retrasos en torno al US Clarity Act dejaron incierto el trato legal de Ethereum, aumentando la reticencia institucional a mantener ETH a medida que crecía la exposición a una posible clasificación como valor. Este limbo legislativo ha alterado las tesis de inversión de los asignadores que ponderan el cumplimiento y el riesgo de custodia.
La mecánica de producto añadió presión vendedora focalizada. La conversión y la posterior redención-desbloqueo de vehículos de inversión heredados de ETH produjeron flujos concentrados del lado de la venta; los fondos que anteriormente tenían restricciones de redención, como estructuras de fideicomiso más antiguas, generaron una ola de reasignaciones cuando se eliminaron esas restricciones. Las dinámicas de los productos cotizados (ETP/ETF) para Ethereum no replicaron la vía del ETF de Bitcoin, produciendo salidas asimétricas.
Factores que impulsan las salidas de Ethereum
Las señales a nivel de red debilitaron el apoyo natural por parte de la demanda compradora. Las entradas por staking se redujeron y las colas de salida de validadores se ampliaron, lo que disminuye una fuente clave de demanda continua de ETH. El staking es el proceso por el cual los tenedores bloquean tokens para soportar la validación de la red y ganar recompensas; la menor actividad de staking reduce la demanda automática que puede contrarrestar las salidas de fondos.
Los efectos combinados redujeron la liquidez a corto plazo de ETH y ampliaron la divergencia de rendimiento frente a Bitcoin. Las mesas institucionales y los equipos de producto enfrentan mayores costes de transacción y complejidad de ejecución al reequilibrar grandes carteras en medio de ventas concentradas. Para los equipos de cumplimiento, el episodio subrayó la sensibilidad operativa a la clasificación legal y al diseño del producto, reforzando la necesidad de protocolos claros de NAV y redención en los fondos tokenizados.
Para los inversores, el episodio señala dos riesgos prácticos: volatilidad elevada vinculada a los plazos de la política y la legislación, y riesgo estructural extremo derivado de conversiones de producto que pueden desencadenar órdenes de venta concentradas. Para los equipos de producto, la lección es modelar eventos de acantilado de redención y someter a pruebas de resistencia la liquidez ante escenarios macro y regulatorios adversos.
El golpe más fuerte a Ethereum fue el resultado de la intersección entre el desriesgamiento macroeconómico, la ambigüedad regulatoria en torno al US Clarity Act, las mecánicas de redención relacionadas con ETFs y el debilitamiento de la demanda por staking.
