Bitcoin sufrió recientemente una caída pronunciada impulsada por liquidaciones apalancadas, lo cual pone de relieve su vulnerabilidad frente a cambios abruptos de sentimiento y factores externos. Aunque el desplome fue desatado por eventos macroeconómicos, los flujos constantes hacia los ETF y la cautela de los inversionistas institucionales han servido como amortiguadores.
Durante la caída, más de 500 mil millones de dólares fueron borrados del mercado conjunto de criptoactivos en un movimiento relámpago, con aproximadamente 20 mil millones de dólares en posiciones derivadas liquidadas. Bitcoin llegó a caer hasta un 13 % en una sola hora antes de estabilizarse cercano a los 102.000 USD.
El revulsivo fue el agravamiento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, que generó una estampida de cierre de apuestas largas en futuros. Estas liquidaciones encadenadas evidenciaron cuán expuesto sigue estando Bitcoin ante condiciones de estrés similares a las del mercado de acciones.
Al mismo tiempo, los flujos hacia los ETF de Bitcoin y Ether han permanecido sólidos, alimentados por inversores más recientes y con menor exposición al apalancamiento. Estos flujos “limpios” actúan como un estabilizador en medio de la tormenta, ayudando a amortiguar caídas más agresivas.
El impacto del apalancamiento y la correlación con acciones
A pesar del choque, los pronósticos analíticos siguen siendo optimistas a mediano plazo. Las estimaciones para fin de año permanecen alrededor de 133.000 USD para Bitcoin y 4.500 USD para Ether, con expectativas de valuaciones aún mayores a lo largo del próximo año. Estas proyecciones de base se sustentan en flujos constantes hacia los ETF, aunque los riesgos bajistas dependen del debilitamiento del mercado accionario y de un eventual aumento del estrés macro.
En síntesis, las recientes liquidaciones funcionaron como una prueba de resistencia: la conexión de Bitcoin con los mercados accionarios se hizo visible, pero su estructura de capital emergente y la incorporación institucional le ofrecieron cierto grado de resiliencia. De ahora en adelante, la tensión entre la presión apalancada y la demanda genuina a largo plazo será clave para determinar la magnitud de futuras caídas en escenarios volátiles.