El Banco de Inglaterra propone límites a la propiedad de stablecoins que han sido recibidos con críticas generalizadas por ser excesivamente restrictivos. La medida impacta de lleno en usuarios, empresas y en el atractivo del Reino Unido como hub digital, encendiendo el debate entre prudencia regulatoria e innovación tecnológica.
Contexto e impacto
La propuesta busca imponer un límite de 10.000–20.000 libras para usuarios individuales y un tope de 10 millones de libras para empresas. Aunque presentada como una salvaguarda para la estabilidad financiera, en la práctica supone una barrera significativa para la innovación, ya que:
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restringe el uso de stablecoins como medio de pago eficiente y de gran volumen,
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desincentiva la adopción corporativa,
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y fuerza a empresas y desarrolladores a migrar hacia jurisdicciones más abiertas, debilitando la posición del Reino Unido en la economía digital global.
Mientras tanto, EE. UU. y la Unión Europea avanzan con marcos más favorables, y en Asia (Corea del Sur, Hong Kong) se consolidan modelos que promueven la competitividad internacional. El Reino Unido corre el riesgo de quedarse atrás en la carrera por liderar el ecosistema cripto, perdiendo oportunidades para atraer talento, inversión y proyectos innovadores que podrían fortalecer su posición en finanzas digitales.
Implicaciones
Los efectos serían operativos y estratégicos:
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El límite individual de 10.000–20.000 libras impide que usuarios activos utilicen stablecoins como reserva de tesorería o como instrumento de pago escalable.
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El tope de 10 millones de libras para entidades comerciales frena la integración corporativa y reduce la eficiencia en pagos transfronterizos, DeFi y servicios financieros digitales avanzados.
Paradójicamente, estas restricciones llegan en un momento en que el mercado global de stablecoins superó los 230.000 millones de dólares en el tercer trimestre de 2025, con adopción creciente y mayor liquidez, lo que refuerza su papel como pilar del sistema financiero digital. Además, la medida podría aumentar la fragmentación del mercado, alentando el uso de alternativas menos reguladas o menos seguras, lo que contradice el objetivo declarado de proteger a los usuarios y la estabilidad financiera.
Conclusión
La iniciativa del Banco de Inglaterra refleja un enfoque conservador que puede minar la competitividad del Reino Unido. Si bien busca mitigar riesgos, limitar de forma rígida la tenencia de stablecoins contradice la tendencia global de integración cripto. En lugar de atraer capital e innovación, estas políticas pueden expulsar talento y empresas hacia ecosistemas más favorables, reduciendo oportunidades de crecimiento económico y tecnológico.
En un mercado en rápida expansión, los países que adopten marcos regulatorios inteligentes y competitivos serán los que lideren la próxima ola de innovación financiera, mientras que los que impongan límites excesivos podrían perder terreno frente a rivales más pro-cripto.