El bitcoin a un millón de dólares sustenta el argumento del «oro 2.0» de Cameron y Tyler Winklevoss, que dirigen la bolsa Gemini. Ambos sostienen que la moneda podría alcanzar esa cifra redonda si captara tan solo una parte del mercado del oro, valorado en diez billones de dólares. Su mensaje se basa en la escasez, el creciente acceso institucional y el hecho de que mover bitcoins es más fácil que mover lingotes de oro.
Cameron y Tyler Winklevoss llaman al Bitcoin «oro 2.0». Dicen que puede alcanzar el millón de dólares si le roba aunque sea una parte del mercado al oro. Ellos fueron los primeros en arriesgar su propio dinero: once millones de dólares que más tarde se convirtieron en unas setenta mil monedas. Su argumento se basa en tres hechos evidentes: solo habrá veintiún millones de monedas, los grandes fondos ahora lo compran y moverlo es más fácil que mover lingotes de oro.
Otros nombres conocidos se hacen eco del mismo objetivo. Arthur Hayes, de BitMEX, y los líderes de Coinbase o ARK Invest publican gráficos que terminan en la misma cifra de seis ceros. Aparecen ayudas concretas: cada cuatro años, la red reduce a la mitad la recompensa que se paga a los mineros, por lo que las nuevas monedas llegan más lentamente, y los ETF al contado ahora permiten a los fondos de pensiones comprar y almacenar el activo a través de corredores.
También aparecen obstáculos: la propia Gemini se enfrenta a una acción judicial por su producto Earn, lo que nos recuerda que el rápido crecimiento atrae a los reguladores.
El caso del oro 2.0 y el objetivo de seis ceros de Winklevoss
Los ETF proporcionan a los fondos una puerta de entrada sencilla y auditada, lo que facilita a los inversores tradicionales obtener exposición sin tener que manejar claves privadas. Mientras tanto, el dinero fresco profundiza las carteras de pedidos, pero una salida repentina de unos pocos grandes tenedores podría agotarlas con la misma rapidez, manteniendo la volatilidad en juego.
Las demandas y las exigencias de divulgación aumentan los costes de cumplimiento y pueden congelar los productos, lo que determina cómo y dónde salen al mercado las nuevas ofertas.
La afirmación de que el bitcoin almacena valor atrae a los compradores a largo plazo, pero las fluctuaciones diarias de los precios siguen poniendo a prueba sus nervios y su convicción.
Solo existirán veintiún millones de monedas; los ETF y el efectivo que canalizan sirven como motor de la demanda; casos judiciales como el de Gemini Earn demuestran que los reguladores vigilan cada nuevo producto; y la previsión del precio se obtiene dividiendo una parte del valor total del oro por el número fijo de monedas.
En la práctica, la historia del «oro 2.0» depende de si la escasez, los canales institucionales y las normas claras pueden superar la volatilidad y las fricciones regulatorias. Si lo hacen, la tesis apunta a la meta del número redondo; si no lo hacen, el camino sigue siendo desigual y controvertido.