Los fondos del mercado monetario tokenizados (TMMF) han crecido hasta rozar los $9.000 M, en un avance que representa casi una multiplicación por diez respecto a 2023, según datos del sector. El impulso de grandes gestoras convive con advertencias del BIS sobre vulnerabilidades sistémicas derivadas de la combinación de tokenización y stablecoins. Related: Tokenized money market funds surge to $9B, BIS warns of new risks
El fenómeno ha atraído a actores institucionales: BlackRock lanzó BUIDL, que captó más de $240 M en su primera semana y escaló a $2,5 mil M, mientras que Franklin Templeton mantiene FOBXX (también conocido como BENJI) con alrededor de $600 M en activos. Otras instituciones activas incluyen Goldman Sachs, BNY Mellon, JPMorgan y Circle (USYC), señal de una adopción que se expande en la infraestructura financiera tradicional.
Las iniciativas muestran despliegues multiplataforma en Ethereum, Stellar, Solana y Arbitrum, evidenciando la búsqueda de eficiencia y alcance en distintas redes públicas y de permiso. Mercados como Hong Kong impulsan la infraestructura: China Asset Management (Hong Kong) lanzó fondos tokenizados en RMB y se exploran bonos verdes tokenizados y exenciones fiscales para ETFs tokenizados, articulando un marco propicio para la innovación.
Riesgos, regulación y consecuencias operativas
El BIS ha advertido sobre riesgos macrofinancieros: potenciales “fire sales” de activos seguros, mayor fragilidad de mercado y la posibilidad de que stablecoins actúen como vector que acelere la tokenización de activos reales sin suficientes salvaguardas, amplificando desequilibrios bajo condiciones de estrés.
La Banque de France también ha señalado la vulnerabilidad de la tecnología de registro distribuido (DLT) a ciberataques que apuntan a contratos inteligentes; desde 2021 se registraron robos significativos en el sector de criptoactivos.
Los riesgos combinan factores tradicionales de los MMF —crédito, liquidez y sensibilidad a tipos— con nuevas fragilidades digitales, como fallos de contratos inteligentes, ataques cibernéticos y complejidad en la integración entre infraestructuras digitales y sistemas bancarios.
Regulación y gobernanza siguen siendo un desafío: las autoridades buscan encajar la innovación dentro del principio “misma actividad, mismo riesgo, mismo resultado regulatorio”, pero la clasificación legal y la interoperabilidad normativa están incompletas, lo que genera incertidumbre para tesorerías institucionales y gestores de liquidez respecto a requisitos y controles.
La rápida expansión de los TMMF plantea una disyuntiva operativa y regulatoria: eficiencia y acceso ampliado frente a nuevos vectores de riesgo sistémico. La próxima fase será la respuesta supervisora y normativa, con consultas y guías del BIS y bancos centrales que definirán el marco operativo para integrar la tokenización sin comprometer la estabilidad financiera.
