Desde su asunción al poder, la familia presidencial se sumergió en los activos digitales, pero hoy enfrentan la caída del imperio cripto de Trump en medio de una corrección severa. Investigaciones recientes del grupo Accountable.US revelan que la volatilidad del mercado ha borrado gran parte de las ganancias acumuladas, afectando severamente tanto al patrimonio familiar como a los inversores minoristas leales que siguieron sus pasos financieros.
La cartera digital familiar ha sufrido pérdidas generalizadas en casi todas sus empresas, abarcando desde memecoins especulativas hasta operaciones de minería de Bitcoin. El token WLFI se desplomó desde 0,26 dólares hasta 0,15 dólares, reduciendo el valor bloqueado del presidente de 6.000 millones a 3.150 millones aproximadamente. Además, American Bitcoin Corp., la empresa de minería cofundada con Hut 8, vio caer sus acciones a la mitad, eliminando cerca de 300 millones del patrimonio personal de Eric Trump.
Este retroceso es crítico dado que, en su punto máximo, los activos digitales representaban una porción mayoritaria y creciente de la fortuna presidencial. Datos de agosto indicaban que cerca del 73% de la riqueza de Trump estaba vinculada a acuerdos relacionados con criptomonedas, una cifra que aumentó drásticamente desde abril. La estrategia de reconstruir el imperio financiero familiar sobre la base de la tecnología blockchain y las finanzas descentralizadas enfrenta ahora su prueba más dura.
¿Podrá la lealtad política sostener las inversiones ante pérdidas millonarias masivas?
El impacto financiero trasciende el apellido Trump, golpeando duramente a los inversores minoristas que apostaron por estos proyectos cercanos a sus máximos históricos. La caída del imperio cripto de Trump coincide con un colapso generalizado del mercado que ha borrado más de 1 billón de dólares en valor total. Esta correlación expone los riesgos de vincular el capital político con mercados altamente volátiles, donde las posiciones apalancadas y las liquidaciones masivas ocurren sin distinción ideológica.
El panorama actual sugiere un enfriamiento drástico del entusiasmo especulativo que impulsó inicialmente estas iniciativas empresariales tras la toma de posesión. Mientras los indicadores continúan en rojo y la volatilidad persiste, queda por ver si la familia presidencial reestructurará su estrategia digital para mitigar daños o si los tenedores minoristas mantendrán sus posiciones. La intersección entre política y finanzas sigue siendo un terreno inestable para los inversores.
