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IREN y TeraWulf se disparan tras préstamos que financian su reconversión a centros de datos de IA

Photorealistic data center campus transitioning from crypto mining to AI HPC, with blue hues and subtle Google branding.

IREN y TeraWulf (WULF) dispararon sus acciones tras anunciar financiamientos multimillonarios para transformar sus granjas de minería en centros de datos de inteligencia artificial y cálculo de altas prestaciones. El movimiento desplaza riesgo y capital entre inversores, generadoras eléctricas y clientes corporativos, y mueve las tesorerías de fondos institucionales y de traders de altcoins ligados a ambos valores.

La narrativa de reconversión impulsa el interés del mercado y reconfigura el mapa entre minería cripto, activos tokenizados y centros de datos de IA, con efectos inmediatos en valoración, acceso a capital y composición de carteras. Los datos explican que el giro refleja un cambio de fondo. Ya que los antiguos mineros de Bitcoin reconvierten sus parques energéticos y hangares de máquinas en instalaciones para IA.

La importancia de los centros de datos IA

TeraWulf cerró un préstamo de 3.200 millones de dólares respaldado por Google; el dinero amplía el campus Lake Mariner, antes de 245 MW para minería, hasta unos 360 MW de capacidad HPC alquilada a Google y Fluidstack. Además, Google se quedó con un 14 % de WULF, aliviando la carga financiera de la empresa.

IREN emitió bonos convertibles por 1.000 millones de dólares —vencen en 2031— tras otros 500 millones anteriores, y destina 674 millones a comprar GPUs. IREN duplicó su nube de IA hasta 23.000 GPUs y se marca un objetivo de ingresos recurrentes anuales (ARR) por encima de 500 millones para el primer trimestre de 2026; la acción de IREN ha subido más del 50 % desde finales de septiembre impulsada por la narrativa de reconversión.

Analistas como Bernstein ya llaman a ambos emisores “ganadores de infraestructura para IA”, y los papeles han entrado en carteras y ETFs vinculados a cripto y a infraestructura, reforzando la visibilidad y el acceso a flujos de capital.

Sin embargo, también hay algunas preocupaciones. La transformación exige ejecutar la obra y asegurar suministro eléctrico a largo plazo; el mayor apalancamiento aumenta la sensibilidad al coste de la deuda y a la demanda de IA. Para traders y tesorerías, conviene vigilar la liquidez y la exposición a convertibles y a acciones ligadas a contratos de leasing.

La meta de IREN de superar los 500 millones de ARR en el primer trimestre de 2026 será un hito para validar la valoración y la viabilidad del giro hacia IA. IREN y WULF están redibujando el mapa entre minería, activos tokenizados y centros de datos de inteligencia artificial, con implicaciones directas para capital, energía y mercados.

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