Puntos clave de la noticia:
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En seis meses, los robos y hackeos cripto superaron el total anual anterior, con más de $2.170 millones sustraídos entre plataformas y wallets personales.
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El ataque de $1.500 millones a Bybit, atribuido al grupo Lazarus, fue el mayor exploit registrado, mientras que los accesos no autorizados a wallets representan ya el 23% de los fondos robados.
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Las transferencias cripto son anónimas, irreversibles y dificultan la recuperación de fondos.
En solo 6 meses, los robos y hackeos vinculados al mundo cripto ya superaron el total registrado durante todo el año anterior. Entre enero y junio, se sustrajeron más de $2.170 millones a través de ataques a plataformas, servicios y wallets personales, según datos de Chainalysis.
La mayor parte del monto corresponde al ataque de $1.500 millones que sufrió Bybit en febrero, atribuido al grupo Lazarus de Corea del Norte, considerado el exploit más grande en la historia de la industria cripto.
Aunque los ataques a exchanges siguen siendo de grandes magnitudes, los incidentes que afectan a usuarios individuales están en aumento. Durante el primer semestre, aproximadamente el 23% de los fondos robados provino de accesos no autorizados a wallets personales.
La mayoría de estos casos involucran tácticas como phishing y manipulación para obtener claves privadas. Según Eric Jardine, analista de cibercrimen en Chainalysis, la complejidad técnica detrás de estos robos ha aumentado de forma considerable y obliga a los delincuentes a perfeccionar sus métodos.
Violencia Física: Una Nueva Amenaza para los Usuarios Cripto
Coinbase también reportó un ataque en mayo que podría costarle hasta $400 millones entre compensaciones y medidas correctivas. El aumento de incidentes de alto impacto genera preocupación tanto en plataformas como en usuarios, que deben enfrentarse a nuevas y peores amenazas tanto digitales como físicas.
En paralelo a los hackeos remotos, se están documentando casos de violencia directa para obtener acceso a fondos. Este tipo de extorsión, conocida como “wrench attacks”, incluye amenazas y coerción para forzar a las víctimas a entregar sus claves. Ante esta situación, algunos usuarios cripto han comenzado a contratar seguridad privada para protegerse.
A diferencia del sistema financiero tradicional, las transferencias en redes cripto se ejecutan de forma anónima e irreversible, lo que reduce drásticamente las posibilidades de recuperación. Esta característica transforma cualquier filtración de una clave en una pérdida inmediata e irrecuperable. Jardine advierte que, a medida que los servicios centralizados y DeFi suman capas de seguridad, también se incrementa la sofisticación de los atacantes.
La amenaza ya no se limita al plano digital. La protección de los activos cripto exige respuestas más contundentes que incluyan no solo tecnología, sino también preparación frente a todo tipo de riesgos.